Expliquemos esto que es bien interesante: el América se fue a la B y de inmediato recibió el respaldo de su hinchada, que lo convirtió en el club más taquillero del país a pesar de estar en segunda división. En 2012 denuncié el negocio que eso representaba y cómo se iban a aprovechar de eso (y sí, estoy cobrando), y tras perder inexplicablemente los ascensos de esa temporada y de 2013, este año los hinchas por fin se dieron cuenta de que tener al América en segunda le da visibilidad al antes invisible Torneo Postobón y que cada vez que el rojo visita a uno de sus modestos rivales es Navidad para el respectivo club, que cobra por boletas lo que se le da la gana.
Por eso Disturbio Rojo, una numerosa barra escarlata, decidió no ingresar al estadio de Techo en el partido frente a Bogotá. Fue hermoso ver una mancha de hinchas vestidos de rojo en las afueras del estadio cantando mientras en las tribunas no había casi nadie, así que vuelvo a preguntar: ¿los hinchas colombianos no quieren más fútbol tras el Mundial?
La respuesta es NO, sí quieren fútbol, aman el fútbol, pero se los estamos vendiendo mal. El mejor ejemplo es el Medellín y su excelente campaña para que lo acompañen al estadio: en un partido frente al Huila (otro “chico”) llevó 28.132 espectadores; ¡más que Nacional vs. Millonarios!
Los hinchas sí quieren ver e ir a fútbol, pero no quieren este fútbol porque se mamaron (literalmente) de cómo lo están manejando.
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